miércoles, 13 de mayo de 2015

Cuentos infantiles

Con estos cuentos los niños aprenderán a memorizar.
                                                      EL CEDRO VANIDOSO
                                  
Erase una vez un cedro satisfecho de su hermosura.
 Plantado en mitad del jardín, superaba en altura a todos los demás árboles. Tan bellamente dispuestas estaban sus ramas, que parecía un gigantesco candelabro.
 Plantado en mitad del jardín, superaba en altura a todos los demás árboles. Tan bellamente dispuestas estaban sus ramas, que parecía un gigantesco candelabro.
Si con lo hermoso que soy diera además fruto, se dijo, ningún árbol del mundo podría compararse conmigo.
 Y decidió observar a los otros árboles y hacer lo mismo con ellos. Por fin, en lo alto de su erguida copa, apunto un bellísimo fruto.
Tendré que alimentarlo bien para que crezca mucho, se dijo.
 Tanto y tanto creció aquel fruto, que se hizo demasiado grande. La copa del cedro, no pudiendo sostenerlo, se fue doblando; y cuando el fruto maduro, la copa, que era el orgullo y la gloria del árbol, empezó a tambalearse hasta que se troncho pesadamente.
 ¡A cuantos hombres, como el cedro, su demasiada ambición les arruina!


EL NUEVO AMIGO




 Erase un crudo día de invierno. Caía la nieve, soplaba el viento y Belinda jugaba con unos enanitos en el bosque. De pronto se escucho un largo aullido.
¿Que es eso? Pregunto la niña .
Es el lobo hambriento. No debes salir porque te devoraría le explico el enano sabio.
 Al día siguiente volvió a escucharse el aullido del lobo y Belinda , apenada, pensó que todos eran injustos con la fiera. En un descuido de los enanos, salio, de la casita y dejo sobre la nieve un cesto de comida.
 Al día siguiente ceso de nevar y se calmo el viento. Salio la muchacha a dar un paseo y vio acercarse a un cordero blanco, precioso.
¡Hola, hola! Dijo la niña. ¿Quieres venir conmigo?
 Entonces el cordero salto sobre Belinda y el lobo, oculto se lanzo sobre el, alcanzándole una dentellada. La astuta y maligna madrastra, perdió la piel del animal con que se había disfrazado y escapo lanzando espantosos gritos de dolor y miedo.
 Solo entonces el lobo se volvió al monte y Belinda sintió su corazón estremecido, de gozo, mas que por haberse salvado, por haber ganado un amigo.


LA HUMILDE FLOR

 Cuando Dios creó el mundo, dio nombre y color a todas las flores.
 Y sucedió que una florecita pequeña le suplicó repetidamente con voz temblorosa:
-i No me olvides! ¡No me olvides!
 Como su voz era tan fina, Dios no la oía. Por fin, cuando el Creador hubo terminado su tarea, pudo escuchar aquella vocecilla y se volvió hacia la planta. Mas todos los nombres estaban ya dados. La plantita no cesaba de llorar y el Señor la consoló así:
-No tengo nombre para ti, pero te llamarás "Nomeolvides".
  Y por colores te daré el azul del cielo y el rojo de la sangre. Consolarás a los vivos y acompañaras a los muertos.
 Así nació el "nomeolvides" o miosota, pequeña florecilla de color azul y rojo.














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